martes, 2 de junio de 2009

Paradojas terminales de la (pos)modernidad

El capital destruye todo vínculo, toda relación excepto la mercantil, desarraigándonos de todo (todo lo sólido se disuelve en el aire, que diría Marx) excepto del trabajo, que nos identifica y nos legitima como miembros aptos de la comunidad de consumidores, y ahora al capital le sobra trabajo (otra vez).

El tramposo Amo posmoderno, además, nos dice: debes gozar haciendo tu trabajo, debes gozar consumiendo, debes gozar y gozar; y lo dice insistentemente para conjurar un estado de desmoralización generalizado del que es cómplice. La árida ética del viejo Kant acaso era más honesta.

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