lunes, 16 de marzo de 2009

Advertimos que nadie puede usar el término Bloom como signo de desprecio (Tiqqun)

Que el término Bloom no pueda ser usado como signo de desprecio no significa una restricción dictatorial de su sentido por parte de Tiqqun, sino más bien todo lo contario. En cuanto disposición anímica fundamental, o más bien en cuanto Figura de esta disposición, de la Stimmung, el Bloom no es un otro, no puede ser situado en una alteridad radical, no es lo criticado, como si fuera un objeto óntico que se ofrece a la conciencia para juzgarlo o una determinación particular despreciable; tiene un sentido ontológico, una significación existencial en relación con su posibilidad, y un sentido político. Usarlo como signo de desprecio sí sería una restricción de su sentido, de su sentido como potencia que no puede agotar una serie de atributos.

Precisamente unas líneas antes de la advertencia se explican los motivos: lo propio del pensamiento reaccionario consiste en describir lo que es, pero a condición de omitir la potencia que trabaja lo real. Podrá ver el Bloom, no su ambivalencia. Podrá ver su fatalidad, no el aura de potencia que lo nimba.

Usarlo como signo de desprecio sería propio, por lo tanto, de un pensamiento reaccionario, de un realismo ciego ante la realidad del Bloom, una auténtica restricción de su sentido.

En definitiva, si el Bloom es el vacío de toda determinación substancial, si no es un tipo humano particular, si es pura disponibilidad, si positivamente no es nada ¿cómo podría usarse como signo de desprecio si no es ignorando la potencia de este vacío, la propia posibilidad del Bloom de saltar más allá de sí mismo?

Fuerzas activas de la potencia y no fuerzas reactivas de la mala conciencia. Crítica constructiva.
¿Qué significaría despreciar al Bloom, autoproclamarse intelectual exquisito, lector de alta literatura, ente privilegiado situado por encima de los proletarios infrahumanos adocenados, en definitiva, ser el Bloom más gilipollas que imaginarse pueda?, Porque, ¿desde qué posición se podría despreciar al Bloom? No es una disposición subjetiva sino una tonalidad del ser en la que estamos arrojados, y del carácter vacilante de un discurso sobre el Bloom (que no puede objetivarse) ya se nos advierte desde el principio del libro. La advertencia del epílogo no suaviza la crítica. En todo caso, la radicalizaría extendiéndola a todos aquellos que creen vivir fuera del Bloom, que no parten de la situación sino que parlotean conmovedoramente sobre un deber ser, y que aceptan gustosos la separación entre la cultura y la vida, entre la filosofía y la vida. Cada una en su sitio. Aceptan la separación, perpetúan al hombre abstracto, son colaboradores por mucho que desprecien al Bloom, o precisamente por hacerlo

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