La tarea del filósofo asume la dificultad mayor: desnaturalizar la manera dominante de vivir, volver visible el "peligro" que acecha en la banalidad, la "enfermedad mortal" que opera inadvertidamente en el interior de la vida común, hasta el punto de ocultarse como tal. El filósofo compone su experiencia y meditación para advertir el peligro donde no se lo ve, para señalar la necesidad de la ruptura y el riesgo.
Diego Tatián, La cautela del salvaje: pasiones y política en Spinoza
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